La mano de alguien
Hoy me acordé de que hace varios años saludé la mano de alguien. Así ocurren los recuerdos, son un allanamiento de la cabeza-casa. Y es que la mano de alguien era tan blanda, y era cálida y terriblemente larga. Venía de otros ámbitos, de otras circunstancias. Alguien había sufrido, pero también reído toda la vida durante alguien, otra vida, su vida, su propia alguna vida. Ahora tengo esas visiones, esos saludos de fantasmas que se meten en la carne y hasta en la piel y en los pliegues de la camisa. Pero no escucho ninguna voz, ningún nombre. Solo siento el saludo lento, ya olvidado, de él ó ella… de alguien.
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