la cueva eléctrica: Encuentros y desencuentros

la cueva eléctrica

Llegaste? Escucha la trama salvaje y civilizada de nuestra ciudad-teclado. La cueva eléctrica...

sábado, junio 16, 2007

Encuentros y desencuentros

El teatro y las corridas.
Mi segundo desencuentro de este ciclo puede resumirse en una historia sin corolario moraleja o epilogo. Es una anécdota de esas que se viven cuando estamos tirando algo muy profundo en la zanja del hombre aburrido. Resulta que hace no más de una semana, estando sentado a deshoras en la barra de una de las cantinas de mi barrio, cierto novelista amigo mío viene, se planta a mi lado y sin más, me cuenta su indignación sobre la campal ignorancia que priva en nuestra ciudad acerca de la literatura, no digamos contemporánea, sino sobre la producida por los clásicos y aristócratas de la literatura universal. Nuestro irritado novelista me contó que en una reunión en la que conversaba sobre las tendencias de la literatura y el teatro en México (uf!) con un supuesto especialista en dramaturgia ( re-contra- uf!) , de pronto y con cierta malicia, según me confesó, pretende haber olvidado al autor de Pigmaleón, hace una pausa larga esperando que el otro diga la respuesta, y ante el silencio del pretendido critico, con un dejo de triunfo, continúa su platica, orgulloso de haber desenmascarado a un impostor(uf -uf– uf!!!) . Luego me mira fijamente y así la cosa me suelta sin la menor cortesía, –tu crees? No sabía el tipo… por cierto tú lo conoces… quién es el autor de Pigmaleón! Entonces el novelista intenta aplicarme su incómoda pausa y para no caer en su juego, le digo: -…y?Lo que siguió carece de importancia. Él tipo se retiró y yo bebí tragos caros hasta vaciar mi billetera. Una vez en casa, me aplasté en un sillón y me quemé de un tiro no sólo el Pigmalión, sino el Discípulo del Diablo y varios de los amenos y sesudos prólogos de quien en su momento fuera el autor más notable del teatro londinense y de la escena mundial, muy agradecido de que mi amigo novelista con su irritación ( uf!) me lo trajera a cuento esa noche, especialmente aburrida para mi. Grrr. Y toda la semana por las noches me deleité con las obras del comediante de lengua inglesa, pensando y pensando y pensando en la irritación de mi viejo novelista, concluyendo una y mil veces en algo en lo que creo profundamente: que la buena literatura no necesita, no ha necesitado ni necesitará jamás de misioneros que la lleven de pueblo en pueblo bajo el brazo, pregonando sus encantos, beneficios y bondades para el alma. El caso sigue.
Hoy por la tarde me metí en un café de aquellos que ofrecen conectividad a la internet ( como dice mi amiga Sarita ) y buenos granos y me puse a revisar mis correos, pinchando aquí y allá entre los montones de basura que hay en la red. Encontré que en tres días creció mi lista de amigos, para los cuales yo soy en realidad un auténtico desconocido, subí fotos, y me anoté en varias citas para encuentros casuales en páginas para adultos, subiendo relatos porno lo cual lo hace a uno muy popular, sobre todo cuando las historias de los usuarios de dichas paginas son sosas y mal escritas y peor contadas. Un verdadero muladar. Asqueado de tal cosa, me retiré del café, y circulando por el barrio llegué en mi auto a las afueras de un localucho en donde se ofrece servicio de masaje anti estress, lo que significa que si tienes suerte te atenderá una chica sexi, con bata y poca ropa, y si tienes aún más suerte, te tocará la promoción especial del mes, ya que el negocio cambió de administración, imagen y personal, y por cuatrocientos te alcanza para el habitual masaje, gratificación oral y como ellas dicen, “tu relación completa con la chica”. Ahí me recibió Daniela: es menuda, morena, pelo largo retocado y bastante quemado. En menos de un minuto y quince pasos me cuenta lo que ella considera lo más destacado de su vida, es originaria de Acapulco y madre de dos crios. Normalmente tomo una ducha caliente, me dejo dar un masaje verdadero, y les tiro de la lengua, y quien sabe, a veces resulta agradable. Me dan su número telefónico, me hago cliente frecuente y con el tiempo obtengo beneficios y descuentos adicionales. Pero esta vez, como estaba bastante aburrido, no espero absolutamente nada de nada. Me pregunta que si voy a tomar un baño y le digo que me da igual, que si nananí y que si nananá. Me dice que me trepe a la plancha y me da igual. Normalmente me hago el pudoroso, pero recuerden: estaba aburrido, y lo confieso, un tanto asqueado-de-vacuidad, así que me encuero, tiro la ropa y pasando sobre ella me meto a la ducha. Salgo y pido ser secado como un bebito. Ella lo hace, y noto que ya estoy lo que se dice como agua para chocolate, así que no me molesta cuando Daniela me pide los billetes, no es desconfianza, son reglas de la administración, además resulta ser una ganga, he tenido suerte, me explica que hoy hay promoción y esas tarugadas. La verdad es que el sitio luce abandonado y creo que aquí no caen ni las moscas. El lugar es un asco, pide a gritos mantenimiento, hay humedad y salitre en las paredes, las toallas resultan repelentes, el piso de vinil es bastante viejo y tiene parches por todas partes, la decadencia se ha instalado aquí hace meses. Yo debo resultar un buen bocado, pero finjo no darme cuenta de todo esto y pretendo estar en el paraíso. Y pienso: anda chica, ponte a sobar esta piel dispuesta! La verdad es que la paso bomba. Me da una friega, no como las largas que acostumbro darme, esto es otra cosa, se trata de sexo, mientras conversamos de cosas bobas: Yo soy ex comerciante de verduras en un mercado, ella es (hasta apenas ayer, claro) una exitosa secretaria en la industria turística de Acapulco, etc. Noto que las chichis le cuelgan de una manera que a mi me excita, y me las pega en la cara como por descuido, me dice. –huy vas a decir que ya te dejé sucios los lentes. – Oh, descuida, no te preocupes por eso! le digo a la muy perra. Se me trepa y me soba las piernas hasta las ingles. – huy que rico papito, me dice, y sigue y sigue. – ahora viene lo más mejor, me explica. Se me sube a horcajadas, saca jalea de un tubo parecido a un dentífrico, se unta los senos generosamente y comienza a hacerme la puñeta rusa de antología. -Se ve que eres experta, le digo - sabes lo que haces- oh no es nada, ahora veras, me dice. Como una maga saca el condón y me lo pone con la boca . –huy mija, tu sí que sabes de estas cosas! Le digo. Yo estoy boca arriba, entonces Daniela se suelta el pelo y al caerle sobre la cara se la cubre y pienso en ese momento que ahora que no veo su rostro, pudiera ser cualquier chica, y es el preciso instante en que se monta en mi verga y la hace desaparecer toda apretando magistralmente. Cierro los ojos: Sobre mi tengo a la-maestra-de-todas-las-putas, y entonces pienso en algunas de las chicas que he conocido, buscando una cuyo rostro se adapte a su cuerpo menudo, como jugando con esos libros con fotos en los que vas intercambiando los rasgos en los rostros de los personajes: una pirata con cuerpo de bailarina, una enfermera con cuerpo de secretaria, etc. La cosa va de maravilla, yo no pienso moverme nada, y entonces ella me dice- Te gusta de perrito? Le digo sí, pero ahorita quiero que tú te muevas. – Comprendo lo que dices, y comienza a subir y bajar mientras gime como una gata en celo, que a mí me funciona muy bien. Empiezo a escuchar una melodía en mi cabeza, una canción de rock, y entonces pienso: en dónde he visto esta carita? La enfermera? La vendedora de dulces? La chica en el cine? Entonces le digo, ahora sí, de perrito. Se da la vuelta mientras vigila en todo momento que el condón no se salga, igual que una madre que vigila a su hijo que juega en el patio, y me digo: es una verdadera profesional. Cuando veo su lindo trasero y su vientre haciendo ángulo recto con sus piernas, no puedo contener mi alegría y con mi mano izquierda ( mi favorita) encamino mi miembro a la senda de gloria, el salmón que nada contra la corriente y al poco tiempo, ante mi asombro, comienzo a moverme con verdadero entusiasmo. Es increíble, pero ya no estoy aburrido, y Daniela gime que es una ricura, así que cuando se acuesta sobre sus codos apuntando su culito hacia el cielo, no puedo dejar de notar que ella es una verdadera diosa, si ustedes gustan, de las putas, pero diosa al fin. En verdad que tiene un culito que no podré olvidar en una semana. Y ante una frase simple dicha por Daniela, no me queda más remedio que acatarla como la orden dicha por un general a su soldado raso: -échame toda tu leche papito! Y me doy una de las corridas técnicamente más perfectas de mis últimos tiempos con una desconocida.- Que tal? Me dice? Y sin pena alguna le digo- pues estuvo bien mija, normalmente me tardo más. – Y a qué se debe el honor? Me dice ella. - A que estás bien buena mija. – Vas a regresar? Me dice. _ pues ya veremos. Ella entra al baño contiguo a tomar una ducha rápida, se viste, luego entro yo, y mientras me baño vigilo mi ropa y mi billetera, con mi buen oído, tratando de escuchar sus movimientos en el cuarto. Nos despedimos y antes de salir al vestíbulo donde está la administradora me dice en la oreja: -También hago servicios a domicilio... Bien, entonces dame una tarjeta. Me la entrega, me anota un número telefónico y me despido. Es maravilloso, y me doy cuenta que para quitarse lo aburrido siempre es mejor el peor de los polvo, que el mejor de los teatros, sea inglés, francés o tapatío. (uf-uf-uf!!!)

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