la cueva eléctrica: Mi Pentecostés personal

la cueva eléctrica

Llegaste? Escucha la trama salvaje y civilizada de nuestra ciudad-teclado. La cueva eléctrica...

sábado, junio 16, 2007

Mi Pentecostés personal

Las calles están sucias. El aire se lleva pedazos de papel y bolsas de plástico. Cruzan las aceras, se mueven bajo el sol, niños, ancianos, mujeres, chicas, trabajadores de imprenta, ladrones y prostitutas. Un hombre en un bar toca una melodía al piano. Entro y alguien de otra mesa sonríe, alguien está contando una historia de miedo y alguien más grita y se rompe un plato. Salgo. El cielo está tan alto, tan azul. Un pájaro negro corta el aire al volar. Una chiquilla me pregunta la manera de tomar un autobús. Me embriago de sol, y de las hojas negras en las bardas, me hundo en la luz. Apartándome de los autos entro a un café y una mesera se acerca y pregunta que qué deseo tomar, y entonces mis ojos se ponen en blanco como los de un poseído, un lava trastes intenta hablar pero he aquí que alzo la voz y tengo visiones, de la boca me salen palabras como si estuviera pasando por mi Pentecostés personal, la mesera parece escuchar, y digo: He visto al constructor. Se descubrió la cabeza quitándose el casco de aluminio. Pasó un pañuelo por su frente perlada de goterones de sudor que parecían cuentas de vidrio. Lo vi cuando alzó la cabeza y su vista se disparó buscando más allá de las nubes la cúspide del edificio, el más alto de esta tierra. Miraba con orgullo su obra. Después se perdió en el anonimato de la multitud, al pie del edificio. Ahora veo el edificio, su cuerpo se alza vertiginosamente, se hunde entre las nubes y ni siquiera a esa altura se insinúa aún su largo cuello. La punta se pierde más allá de las capas respirables del aire. Ahora veo gente en la acera, gente que hace grandes filas para viajar a la punta. El viaje dura 4 horas en los veloces elevadores. Cada piso ofrece diferentes paisajes en interior del edificio. Veo también al chico que ofrece reventa de asientos para el mirador giratorio. Ahora cae la tarde y la enorme sombra se disuelve en la noche. En el último piso, detrás del cristal, veo esa cara arrugada , como picada por viruela, misteriosa, fosforescente. Es la Luna Nueva…Pero la mesera frunce el ceño y me dice : -¿quiere o no café?
August 18, 2006

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