la cueva eléctrica: 21/10/07 - 28/10/07

la cueva eléctrica

Llegaste? Escucha la trama salvaje y civilizada de nuestra ciudad-teclado. La cueva eléctrica...

martes, octubre 23, 2007

POEMAS DEL CORTO FEBRERO

I

En este muro
como una oda que empuja el viento,

en esta plaza
que avanza como los trazos del agua en el polvo,

en esta calle
habitada por la geometría exacta del musgo,

en tus labios
plenos de luz bajo el impulso del cielo,

en la ruta
que las hormigas toman del día claro,

en tus muslos
aún intactos en la hora de los temblores de la tierra,

en tus senos
complicados y simples: erguidos,

en este libro y en este vaso abiertos al licor y a la sangre
pulsar la ciudad.


II

Pulsar la ciudad
en este muro azul y blanco,
memorizarla
desde las odas que oímos como si fuéramos sentados en la punta vieja del viento,
decirla
en esta plaza sincronizada al pergamino y a los horóscopos,
retarla
con la canción del agua y del polvo,
pulsar su odioso cuerpo
en esta calle vieja y moderna
marcada por apretado musgo,
desmenuzarla como un pan de nadie
en tus labios que parecen principio y resto
cuando la lluvia apenas los insinúa,
memorizarla
en la ruta discreta y terca
de hormigas benévolas que hacen su signo
en tus muslos tocados por ambas orillas de la tarde,
sentirla
detrás del nombre de cada cosa perdida
en la hora joven de tus palabras
que son recuerdo de sueño en la bruma,
traerla a ella en tus senos
como la marca pura del fuego,
probar su seca baba
metiendo lengua en lengua de ella
viejo licor
sabor de sangre,
pulsarla.


III

Nací del humus del bosque que hizo tu alcoba
y abrí los ojos dentro de ti
sabiendo que mi espacio y tu carne habían sido fundados
Nací en los tejados mirando el ruido de peces, autos y cuervos
Puse en mi boca el nombre de las cosas remachadas con hierro
y miré las barbas de ríos fundidos a la vieja lámina de las paredes
como un puente salía y entraba en tu baba, en tu aliento, en tu alfabeto de casas
y construí de a trozos una memoria como haciendo el cuerpo flotante de un barco
tenías un nombre para la brea y casi en cada calle un nombre para cada cosa
yo amaba los huecos
en donde el día podía ponerlo a mis anchas
y estiraba el cuerpo como un tapiz tendido a la sombra
montado a mi mismo a contrapelo
pronto hubo la pausa, el dolor intenso en las muelas
el día-cicatriz
y supe que por aquí algunos mordían el asfalto
yo, el nacido del choque tremendo de las células,
nací en la época de los volcanes, las libélulas y las detonaciones atómicas
y desde niños nos hicimos contradictorios, post revolucionarios y siderales.
Nací en la tormenta con la cabeza sacudida por temblores
Y crecieron mis huesos al abrigo de largos desvelos de mis madres y abuelas

IV

Qué tarde!
y aún todo es comienzo
qué tarde!
en los tugurios que cosen mis suelas de goma
qué tarde!
y aún todo es fundación
qué tarde!
Y mis ojos se trepan por el risco escarpado de las cosas
Qué tarde!
una vez miré tus senos
como si se tratara de un paisaje desconocido
pues ya sabía mentirme a mi mismo, diciendo: esto ya lo sabía
encuentro que cada palabra pulsada
es el arco voltaico entre la piel y el mundo
Qué tarde!
estas manos que arden en la oquedad debajo de tu nuca
sintiendo que tu sangre es como toda la sangre
y que estoy hecho como tú de vida.

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