la cueva eléctrica: 10/06/07 - 17/06/07

la cueva eléctrica

Llegaste? Escucha la trama salvaje y civilizada de nuestra ciudad-teclado. La cueva eléctrica...

sábado, junio 16, 2007

La Marca de los Imperios

La marca de los imperios, el antagonismo entre este mundo real que sufrió Buda, carne, hueso y sufrimiento, y eso otro espiritual, creo, el del sueño, se planta delante mío. Atrás va quedando una estela desdibujada, de humo, de ectoplasma, de baba pegajosa, luces de la conciencia que se encienden y apagan, algo que entra molesto, en los oídos primero y luego en los ojos que están lagañosos y que tardan un poco más, avergonzados, la modorra que va y viene, y al final se queda, dios mio siempre se queda .
Ahí precisamente ahí, en el justo centro de esa marca , mi pequeño nokia, chillando y pitando como en un carnaval, me reclama de vuelta, me pone acá, me hace despertar, con violencia, y siento que este telefonito no es mío, que es de alguien más, no importa cúantas veces escoja el menú personalizar.
La pantalla me dice que tengo mensaje, presiono azul, buzón de entrada, abriendo, sale un nombre, Bolton.
Quién Bolton, pregunto, sin decir nada, solo pico abrir mensaje, como cuando niño que abres tu caja del regalo y rompes la envoltura sin pensar, metido en eso de la sorpresa. Quién Bolton, y el neocortex se sirve y resuelve complicadas ramas de árboles lógicos y otros no tanto, pero es otra cosa, la pantalla verde se apaga y me llevo en un golpe de vista el recado que él me puso desde su móvil en otro sitio, segundos atrás…
Y lulio? aquí estoy quieres caer?
Aquí interpreto: Y Lulio? ( por qué demonios no aparece tu jeta en este sitio, papá? ) Aquí estoy ( ya llegué y la paso bomba con mi carnal el barbas) Quieres caer? ( Oye bato, te espero si te late)
Y hago el calculo rápido de que en diez minutos-tiempo-modorra perfectamente se puede llegar a lo de Lulio, ya que entre mi cama y las mesas hay solo 8 cuadras, y una velocidad razonable es la que se establece a razón de una cuadra sobre minuto que son ocho y me quedo con dos para frotar mis dientes, pero me detengo ya que se trata de unidades de medición infinitamente más complejas que los minutos-modorra, que vienen siendo los minutos-modorra -modorra, cosa distinta, y mucho, dios, odio llegar tarde, así se trate de un fusilamiento en el que hay que estar, ni modo viejo, son atavismos. Y escribo el mensaje: en diez minutos llego, y cumplo. Ahí está Bolton. Nos saludamos, me instalo en la mesa, los cafés pues humean, y ese protocolo de amigos que se encuentran y desencuentran en los mil poros de la ciudad, qué bonito quedó el sito, ó: es espantoso, qué buenas nalgas los de la chica, y qué tetas enormes, Arturo te manda saludos, na-na-ní y na-na-ná, etcétera. Y va y de golpe se acerca un poco y me dice confidente, pero en tono un poco alto como de ola que rompe en la cara de la mesera que nos hace el refill de café, tono que descoloca la supuesta confidencia que uno ya espera, pero te quedas en las manos con la confesión de crimen, que raro:
- me cogi a Irene.
Y viene toda la sopa, los detalles, que la vió en la ciclo vía el domingo, que el iba en bicicleta y la vio venir y todo…
-corría hacia mi, - me dijo - los dos en la misma dirección, pero sentido contrario, como siempre, como tantas veces, y me gritó Pablo! Doblé en mi bici, di varias vueltas en torno a ella como un tiburón, vamos a algún lado propuse, tú sabes, ya con malicia, vamos a mi depa, nos metemos a la cocina, ahí tengo una buena botella de shira, cómo nos gusta eh? la morra estaba tendida, hizo su plan, púm púm púm, ya estábamos en camino, ella dispuesta a todo brother.
-qué buena onda!
-En la mesa durante la comida, me levanté, la besé, acaricié su coño, tomamos vino, y la bese de nuevo, si? Me acercaba, como jugando, y la besaba, tomaba vino en sus labio, no? Comimos de lo lindo, bebimos y cojimos, yo le dije, no es buena idea, no te va a gustar, pero ya estaba en pelotas, un rapidin por los buenos tiempos, pendejadas después de diez meses. Al final le dije, Irene, tú y yo no somos nada.
Mientras decía esto, Bolton no parpadeó ni una sola vez, tragó saliva, la mesera, no sé su nombre, se alejó – Mira, tengo que irme, tengo una cena con la familia. Nos vemos luego, no yo invito, aquí está, incluye propina.
Entonces se para y se va. Yo hago como que me voy también, pero regreso al café, en realidad no tengo ganas de irme. Quiero ver de nuevo a la mesera que nos atendió. Me mirará con odio?. Ella sabe que yo sé que Bolton intentó saltar sobre de ella, en su depa, donde primero Lalo sí y luego Dany, y luego Bolton sí ó no, pero quizás, ya estaban en ello. Y esa confesión de Bolton de " me cojí a Irene" la ha soltado yo sé, para ella, cuando nos hacia el reffil. Qué buenas tetas, eh Bolton? Oye chica, no te pongas así, acércate más. Sé cómo jadeas, cómo insultas y cómo jadeas, solo somos un par de extraños…
De pronto me acuerdo de esa canción de Calamaro, Tercio de los Sueños… Es tarde? ó es temprano? Y pienso por qué envejece la gente, y todas las cosas y las ciudades.
También a veces yo siento que me hago viejo muy rápidamente, desde que dejé colgados mis años salvajes, de un clavo en tu frente. Y así, por el estilo, secula seculorum.
August 09, 2006

8 de julio de 1970

8 de julio de 1970
texto–montaje

El aspa gira los naipes. Tomo mi humo y vaporeo los alrededores. Escucho a un novedoso tras los pilares. Mía traza escapularios de sueño, así de grandes tiene las palmas.
Mía duerme en cintura tibia y su murmullo da mucha agua.
Yo gimoteo en los vapores.
Rosalba entra a las sabanas, con augurios en las orillas. Rosalba y Mía sueñan viajar al nido de los paquetes.
No hay lágrimas, ni noche ni umbral. ¿Pero el amor?
Me visto. Me unto la hojarasca a los bolsillos. Me siguen Rosalba con su cabello olivoso y días atrás Mía, como un bosque rutilante. Yo junto las astillas en cada recinto.
No hay noche. ¿Pero la noche?
Rosalba gira. Teme bastante la runa del novedoso. El novedoso no mira su liquen, su ónix encendido.
Rosalba aflora en medio de novedosos con cualidades.
El escenario son cuevas. Apretamos los pasos y buscamos el edificio. Cruzan en avenidas grupos de muerdepiel y Mía roza en su hombro a la muerdepiel más delgada. La vida le salta. Mía tiene augurios para todos.
No hay umbral. ¿Pero el umbral?
Los novedosos y predicantes urden arboles difusos. Mía llueve en el musgo, como una caricia de grava, según sus palabras. Un lanzanaipes roba el augurio a Rosalba. Mía lo reincorpora. Así el café queda amargo, nos dice.
Yo siembro pasos vistosos en la alameda. Marco trabes y castillos y conectamos las guarniciones. Rosalba nos conduce al nido de los paquetes, emocionada. Mía triunfa suplicante y cada cual monda un paquete.
Los novedosos pegan migajas en los cristales. A Rosalba le arremedan el muslo.
Ya todo es caricia, cintura, cisterna de agua.
Tomo arena y nieve y agito el pelo olivoso a Rosalba.
No hay amor. ¿Pero las risas?
August 18, 2006

Mi Pentecostés personal

Las calles están sucias. El aire se lleva pedazos de papel y bolsas de plástico. Cruzan las aceras, se mueven bajo el sol, niños, ancianos, mujeres, chicas, trabajadores de imprenta, ladrones y prostitutas. Un hombre en un bar toca una melodía al piano. Entro y alguien de otra mesa sonríe, alguien está contando una historia de miedo y alguien más grita y se rompe un plato. Salgo. El cielo está tan alto, tan azul. Un pájaro negro corta el aire al volar. Una chiquilla me pregunta la manera de tomar un autobús. Me embriago de sol, y de las hojas negras en las bardas, me hundo en la luz. Apartándome de los autos entro a un café y una mesera se acerca y pregunta que qué deseo tomar, y entonces mis ojos se ponen en blanco como los de un poseído, un lava trastes intenta hablar pero he aquí que alzo la voz y tengo visiones, de la boca me salen palabras como si estuviera pasando por mi Pentecostés personal, la mesera parece escuchar, y digo: He visto al constructor. Se descubrió la cabeza quitándose el casco de aluminio. Pasó un pañuelo por su frente perlada de goterones de sudor que parecían cuentas de vidrio. Lo vi cuando alzó la cabeza y su vista se disparó buscando más allá de las nubes la cúspide del edificio, el más alto de esta tierra. Miraba con orgullo su obra. Después se perdió en el anonimato de la multitud, al pie del edificio. Ahora veo el edificio, su cuerpo se alza vertiginosamente, se hunde entre las nubes y ni siquiera a esa altura se insinúa aún su largo cuello. La punta se pierde más allá de las capas respirables del aire. Ahora veo gente en la acera, gente que hace grandes filas para viajar a la punta. El viaje dura 4 horas en los veloces elevadores. Cada piso ofrece diferentes paisajes en interior del edificio. Veo también al chico que ofrece reventa de asientos para el mirador giratorio. Ahora cae la tarde y la enorme sombra se disuelve en la noche. En el último piso, detrás del cristal, veo esa cara arrugada , como picada por viruela, misteriosa, fosforescente. Es la Luna Nueva…Pero la mesera frunce el ceño y me dice : -¿quiere o no café?
August 18, 2006

Claudia, el desierto?

Hoy es el día del último informe de nuestro querido presidente, dice la voz de un locutor en las bocinas de la radio mientras conduzco por un boulevard arbolado en esta ciudad de techos bajos y en donde las copas de los árboles sobresalen por encima de las azoteas de las viejas casonas de la Colonia Americana. He abandonado mi auto bajo la sombra de una hermosa primavera, y entro a la terraza de un café con equipales, y desde aquí hago un par de llamadas a gente que estimo, para encontrarme con noticias, cómo decirlo, más cargadas de verdad. A Claudia y a Pablo quiero verlos mañana, cocinar juntos, beber tinto. De Claudia me entero que está dando clase y que llega más tarde, a las nueve puedo llamar, cuelgo, y luego Pablo me ha dicho que ahora está trabajando un platillo en el restaurante de mi amiga, la otra Claudia, por que ha tomado el puesto de chef, y que preparan las pruebas de alimentos ( debo probarlos, me dice ) en fin el Pablo de siempre. Mientras hago esto y borro algunas cosas en mi libreta de “pendientes” he tomado un alimento demasiado rápido, y varias tazas de un café regular que me instala en el tiempo presente y entonces llega Miguel el escritor y me dice que se ganó un premio, y yo pongo cara de que me da enorme gusto, por que estas cosas son buenas, pero me sale mal esa cara que Miguel nota porque pone otra de que le hago traición por no ser más feliz. Miguel se va y toma otra mesa, allá en donde está Alana y su amiga. No las he saludado. Yo enciendo mi lap top, hago conexión inalámbrica y le pido a una chica que atiende una salida en el muro para enchufarme, mi cable no alcanza. Intento un rato buscar un sitio en la red con estaciones de radio en línea, pesco una local, pero nada, mis altavoces resultan cortos en medio de tanto ruido, hay música en vivo, esto no sirve. En un rato dejo eso del radio y me voy por otros hoyos, esos a los que siempre caigo, y ya estoy pensando en Claudia, no la del restaurante en donde está Pablo, si no la otra Claudia, la de mi plática interna. Y pienso que a ella le iría muy bien estar ahora en Marruecos, en otro tiempo, uno que no conocimos, en una ciudad que tal vez no exista ya. La imagino metida en el zoco, en la zona internacional de Tánger, al lado de Kit , Port, y Turner en una mesa, bebiendo té. Ahí Claudia miraría extenderse el cielo azul sobre sus cabezas, y Port llevaría muy bien su albornoz sin despegar la mirada de los ojos de Claudia, pero intentando no hacerlo notar, que es muy difícil. Creo que una vez le pregunté a Claudia si le gustaba el desierto, y me ha dicho que sí. En esa mesa, bajo el azul del cielo pareciera imposible imaginar la desintegración psicológica, pero las apariencias encubren a lo real. Bueno, me encuentro en el aquí y ahora, justamente tomando una cerveza oscura, en medio de una caída a través de agujeros que me resultan familiares, en donde están los Bowles y estos tipos que uno pudiera abrazar, de la Beat Generation, y pasajes más viejos en donde escucho la respiración de Gertude Stein sentada en su sillón, con un enorme retrato suyo a la espalda, haciendo ver al señor Bowles de que en realidad no es poeta, y luego otros más recientes en donde el matrimonio Bowles conversa. Ahí está Jane, que lo anima a escribir de nuevo. Un nuevo trago, largo y profundo en el cuerpo frío de la cerveza, el aquí y el ahora, todo ello cercano e inaccesible, convocado por el toque electrónico del pequeño teclado, pero oculto por el dorso peludo de las palabras, sonidos que de continuo se interponen entre una conciencia y otra, esos puentes traicioneros que absorbo, las chupo imprudente, buscando las imágenes que salen de su cuerpo de medusa. Ahí está Claudia, en el desierto, tomando té en el Sahara, en una tienda en la que espera la llegada de un viajero que se disuelve en un delirio de tifus. También está el señor Capote y algunos amigos pintores, Oroz por ejemplo, que recién llega, saca de no se donde un gran lienzo en blanco, y comienza a dar pinceladas, azules, más azules que el cielo, donde solo hay arriba y abajo. Su cuadro acabará por convertirse en una escena violenta de trazos rápidos y cargados de pintura, y aparecerá un viejo sedan VW rodeado por los cuerpos lascivos de varias mujer-vampiro de labios lúbricos, que enseguida reconozco como mis mejores amigas, así es Enrique. Y de este lado, el lado real, por fin se levanta Miguel de la mesa, Alana por delante, se aproximan y entonces si jubiloso, intento despedirme de ellos, y creo que lo logro, todos se ven muy contentos.
September 01, 2006

Antes de una de terror

Lo más notable es su cabello. Parecen capas de plumas sobre su cabeza. Su perfil es el de un pájaro, y es demasiado pequeño para su edad. Los ojos claros, colocados a regular distancia en la frente amplia, tienen un fulgor inquietante. Da la impresión de tener una araña apresada en las manos, o un insecto de los llamados “palo”. Mira como queriendo no ser notado y al hablar aparta la vista, y dice las cosas como si tirara sus palabras por descuido. Nunca pide perdón y es severo si no se cumplen sus caprichos. Tendrá 13 o 14. Al andar marcha como un balancín, mirando hacia el piso con orgullo tirano la forma de sus tenis. Puede darte un puñetazo al estómago y salir corriendo por la puerta. Es una flecha por la casa, en la calle, en el cine. No sabe estarse quieto y le incomoda ponerse como una estatua de piedra. ¿Por qué la gente se lo pide tan a menudo?
Diálogo que tuve con él:
-Supón que por alguna razón tuvieras que pasar 50 años de tu vida encerrado. Qué sitio escogerías?
-Pues aquí, viendo películas.
-Por qué aquí, en el cine?
-...No sé.
Fin de la plática.
September 06, 2006

Ahora pienso en tu nombre

Pienso en tu nombre,
fiebre colgada en mi tacto,
y en tu mirada: paisaje,
caricia ácida que muerde.
Tu pecho que se inflama en el cenit del pecho
y que baja hacia el fondo del cielo
como respirar de mar.
Agua distinta, tus ojos y mis ojos.
Miras el paisaje natural de un auto
y nombras el campo arado de una mesa.
Al mediodía sostienes el vuelo de las avispas.
Siento tu nombre en el borde mismo de mi tacto
anclado de alfileres y de lava de temporal.
La lluvia escalda la redondez de mi saliva,
amanece, y rasgo de nuevo la angustia.
Pienso en tu nombre, columna alada,
habitación de las erguidas puertas y ventanas.
Mi pecho, lluvia en complicidad que cae
por las aristas del aire.
Llego a tu nombre, elegantemente convencida
de que los árboles
no llevan prisa.
September 07, 2006

Películas, bicis, tiros y ataúdes.

De vez en cuando disfruto ver películas chafa en DVD, tirado en el sillón. A veces se trata de alguna película de esas en las que abundan los tiros, golpes de karate, en donde los besos a la chica sexy se alternan a la fabricación expres de cadáveres, muchos cadáveres, y me entretengo en contarlos mientras contemplo, como un signo de nuestra era, esa despersonalización de la muerte que los padrotes del séptimo arte suelen regalar de forma generosa. Cada hombre que muerde el polvo en esas cintas, es una historia irrepetible borrada de un plumazo, sin drama, con una estética de la muerte muy cercana a la de los videojuego de aniquilamiento: tu enemigo es todo aquel que se mueve en tu espacio visual y te amenaza, tu enemigo debe ser exterminado como un insecto: una vez muerto, no vale la pena mirarlo dos veces, eso no da puntos y consume tiempo.
Bueno, debo confesar que entre las sesiones de ráfagas ocasionalmente sufro alguna emoción, hago pausa, destapo una soda y me pongo melancólico. A veces suena el timbre del teléfono. A veces una mosca. Aveces no pasa nada.
A mis doce años yo pertenecía a una pequeña comunidad de amigos que merodeabamos por el barrio de las águilas, y que teníamos por objeto de culto a la bicileta acrobática. El grupo lo formabamos Pepe, Pedro, yo y a veces, pero siempre distante, la figura de mi hermano mayor. Considerabamos horrible y fuera de nuestra estética a la bici de carreras y sobre todas las cosas, a la bici de turismo. Había otros chavos del barrio que entraban a nuestro círculo, había toda una constelación de esferas y nosotros tratabamos de interpretar lo que sucedía a nuestro alrededor desde la perspectiva de nuestra pequeña banda de chavos de bicis acrobáticas. Pepe era conocido como Garfio: tenía una cicatriz característica en su mejilla. Tenía tantas historias sobre como la había obtenido como oídos dispuestos a escucharlas, y creo que aunque todas las historias eran mentira, terminaron por ser la verdad viva en Pepe y contribuyeron con una especie de aura de respeto que Garfio irradiaba en cuanto te colgaba una de sus miradas acompañadas por una mueca especial que hacía ponerse roja su cicatriz. Pepe y yo teníamos la misma edad, más abajo estaba Pedro y El Pescado, a veces conocido como el Pez a secas, era de su misma camada. Bueno eran muy hábiles y sabían hacer toda clase de suertes, desde barridos de tierra, saltitos en una llanta, saltos a distancia en rampas y terraplenes, etéceta. Nunca fuimos a sitios de paga, lugares fresa con medios tubos de concreto, en donde los skatos hacían sus acrobacias. Todo lo hacíamos al aire libre, éramos salvajes. Se valoraba mucho el hecho de haber armado tu propia bici. El Pepe y Pedo pertenecían a ese tipo de acróbatas bicileteros, y si bien yo había obtenido mi bici como un regalo, tan pronto como pude la modifiqué según dictaba nuestro decálogo.
El tiempo pasó y nuestra pasión por las bicis se fue borrando, al tiempo que nacían nuevas amistades y con ellas nuevas pasiones y hábitos. Hicimos la prepa, luego entré a la universidad, mi abuela se mudó a otra casa y el nuestras corridas por el barrio se hicieron historia. Más tarde Pedro se mudaría de casa también, Garfio me visitaba de vez en cuando en mi vieja casa del barrio de mi niñez. Un día recibí una llamada de mi abuela. Nueve de mayo: a Pepe le habían dado un tiro a quemarropa, murió en el acto. Mi primer amigo cercano que moría. Nos reunimos a conversar sobre esto mi hermano mayor y yo. Yo no sabía exactamente de que manera esto me afectaba y cambiaba mi vida. En el sepelio pude ver a Pepe por última vez. La tapa del ataúd estaba abierta para el que quisiera despedirse de él. Ahí estaba Pedro también, acompañando a la familia de Pepe. Pedro me contó cosas absurdas sobre como murió nuestro amigo, y nunca he podido saber si su muerte pudo evitarse o si era imposible detener la hemorragia de una herida de bala hecha a quemarropa directamente en el pecho. Me contó que el disparo ocurrió durante la noche, en el interior de un vehículo y que minutos después del disparo fué abandonado en una banqueta, perdiendo sangre hasta morir. Una historia de adolescentes, de armas, de tiros y balas, en donde al final alguien muere. Jamás he vuelto a montar en una bicicleta y jamás lo haré cómo solíamos hacerlo en nuestra pequeña banda de bicicletas. No he vuelto a ver a Pedro. Después de años de estar guardada en un patio expuesta a la oxidación, movido por un impulso extraño, llevé mi bici al viejo taller, ordenando que la aceitaran. Ahí la dejé, sin la menor intención de regresar nunca por ella.
September 14, 2006

El fin de mi bici.

Corrección al blogg anterior.
La colonia donde vivía mi abuela, en ese tiempo, no era Las Águilas, sino Pinar de la Calma. La casa de las Águilas corresponde a una capa de tiempo más atrás.
Hoy pasé por la calle en donde se encontraba el viejo taller. Afuera del local solo había un montón de escombro. Supongo que este es el fin de mi bici.

Para Sandra

Amaneció con tonos oscuros metidos en las venas. La sangre en sí ya es oscura. Sangre oscura y tonos nocturnos, perfecto para continuar los emborrones que desde hacía dos días la esperan en ese pequeña hoja rectangular y que piensa titular Visión 4. Pero también tonos adecuados para continuar otro que aún sin terminar ya se llama Interior y que es una especie de mesa sin tapa, un dibujo rápido en perspectiva axonométrica, dibujo isométrico o perspectiva caballera debido a los ángulos . Pero esos son datos técnicos. Ellas dibuja la mesa, sin tapa, y solo se ven completas tres patas, pues hay una, la más alejada del ojo, que queda oculta tras la más cercana. Pero que tontería, todas las patas están a la misma distancia, en su cabeza. Interior resultaba esa mañana, un tema más adecuado para esta forma de despertar, con los ojos nublados de rayones plomizos, que hacen que todo se vea fantástico! Y a pesar de ser monocromático, ese dibujo tiene sutiles toques de ánimo azul, tal vez tenga que ver con que las nubes cubren el cielo y por la ventana semiabierta la humedad trepa por los troncos de los árboles. O tal vez tiene que ver con la música que sale detrás de una de las puertas de la casa. Los pericos no tienen nada que ver esa mañana, se fueron a dormir al trópico, se largaron a buscar sus abrigos, la mañana de hoy se trata de humus, cortezas de primavera con bastante musgo y nubarrones plomizos que se rasgan y muestran las manos crispadas del agua. Junto a la ventana hay un lienzo sin enmarcar, que puede considerarse terminado. El fondo es igual a esas nubes que cubren la ciudad. En él solo hay blanco, un blanco con bastantes capas y veladuras, y encima de todo, como desprendiéndose del fondo, la silueta de un texto: contigo / comparto / el silencio / que fluye / cuando / el fuego de / la vida / quema.
Sobre la mesa grande de trabajo, la mesita de centro, trinchadores, nichos y prácticamente en todos los sitios horizontales de la casa hay casi un centenar de cuadros y dibujos en proceso, así que mientras bebe muy despacio una taza de café, siente crecer más la atracción de los pequeños rectángulos que delimitan a Visión 4 e Interior. Hemos dicho que Interior es una mesa blanca sin tapa con tres patas, sobre fondo negro, pero aún no explicamos que Visión 4 es una puerta blanca, con silueta negra, sobre un fondo rojo. Debemos decir además, que son muy diferentes, y muy parecidos entre sí. Son antípodas, némesis y siameses suyos, cada uno a su manera. Son espejos y retratos de ella, de lo que tiene dentro y de lo que existe fuera de ella.
Así de sencillas pueden resultar las cosas en una mañana de esta naturaleza. Por que hay días y noches terribles, de cielo despejado y sol brillante, que significan tardes desiertas, solitarias, calcinadas, momentos que se alargan como interminables eriales, tierras baldías, y algunos cuadros, demasiado crueles, pueden mostrarlo, y de hecho, lo hacen, despiadados.
September 29, 2006

Un encuentro en Escándalo!!!!!

Está bien, he decidido postearlo... va:

Un encuentro en Escándalo!!!!!
El fin de semana y después de una larga noche festejando a un amigo en meridiano sesenta y algo, allá por la avenida arboledas, cerca de expo GDL, recuerdo que salimos bastante regados en alcohol y nos lanzamos directos a un table. Ahí había tenido una muy mala experiencia con una chica necia, boba y poco atractiva que se acercaba a tu mesa, te exigía una chela y una vez pedida, la tiraba sistemáticamente en la cubeta, exigiendo una nueva, hasta que le tenias que decir de 10 maneras distintas en su jeta, que se largara. Yo no tenía ganas de meter el culo en semejante lugar, pero arrastrado por una inveterada costumbre noctámbula y por mi amigo Isa, entramos y tomamos sitio. Lógico: Pronto fuimos acosados por taiboleras, todas de aspecto estridente. Y como siempre, hubo una que ganó mi atención, la más ordinaria, la menos espectacular, la que peor bailaba ( de eso me di cuenta más tarde ) Yo ya hacía años que había dejado colgado en el olvido mis sueños eróticos de tabledanceras, ya no era un adolescente, así que me dediqué a ignorar la conversación de la chica mientras veía con indiferencia como se vaciaba mi billetera, esa noche bastante gorda. Así que una vez que decidí que ya había tirado bastante lana, cerré mi cuenta, le pedí a mi amigo Isa que nos retiráramos ( él estaba de acuerdo y además muy borracho ) y me alejé del sitio, con mi camisa blanca ensuciada por labial barato y color cursi, el nombre de la chica anotado con una caligrafía dudosa en una servilleta usada, y la promesa de visitarla en su domicilio para llevarla a cenar y bailar música de regeton, cualquier día de la semana, menos viernes y sábado, qué los trabaja, seriamos novios, ella no tiene compromiso y a mi claro que me encantaría tener una novia así de linda, puta y olvidada por dios. Todavía recuerdo que en el color de sus ojos, ahí, detrás de ese temblor húmedo, se atrevía a mostrar una sombra extraña, débil, de esperanza. La servilleta la tiré en la coladera callejera, antes de subir a mi auto.

Encuentros y desencuentros

El teatro y las corridas.
Mi segundo desencuentro de este ciclo puede resumirse en una historia sin corolario moraleja o epilogo. Es una anécdota de esas que se viven cuando estamos tirando algo muy profundo en la zanja del hombre aburrido. Resulta que hace no más de una semana, estando sentado a deshoras en la barra de una de las cantinas de mi barrio, cierto novelista amigo mío viene, se planta a mi lado y sin más, me cuenta su indignación sobre la campal ignorancia que priva en nuestra ciudad acerca de la literatura, no digamos contemporánea, sino sobre la producida por los clásicos y aristócratas de la literatura universal. Nuestro irritado novelista me contó que en una reunión en la que conversaba sobre las tendencias de la literatura y el teatro en México (uf!) con un supuesto especialista en dramaturgia ( re-contra- uf!) , de pronto y con cierta malicia, según me confesó, pretende haber olvidado al autor de Pigmaleón, hace una pausa larga esperando que el otro diga la respuesta, y ante el silencio del pretendido critico, con un dejo de triunfo, continúa su platica, orgulloso de haber desenmascarado a un impostor(uf -uf– uf!!!) . Luego me mira fijamente y así la cosa me suelta sin la menor cortesía, –tu crees? No sabía el tipo… por cierto tú lo conoces… quién es el autor de Pigmaleón! Entonces el novelista intenta aplicarme su incómoda pausa y para no caer en su juego, le digo: -…y?Lo que siguió carece de importancia. Él tipo se retiró y yo bebí tragos caros hasta vaciar mi billetera. Una vez en casa, me aplasté en un sillón y me quemé de un tiro no sólo el Pigmalión, sino el Discípulo del Diablo y varios de los amenos y sesudos prólogos de quien en su momento fuera el autor más notable del teatro londinense y de la escena mundial, muy agradecido de que mi amigo novelista con su irritación ( uf!) me lo trajera a cuento esa noche, especialmente aburrida para mi. Grrr. Y toda la semana por las noches me deleité con las obras del comediante de lengua inglesa, pensando y pensando y pensando en la irritación de mi viejo novelista, concluyendo una y mil veces en algo en lo que creo profundamente: que la buena literatura no necesita, no ha necesitado ni necesitará jamás de misioneros que la lleven de pueblo en pueblo bajo el brazo, pregonando sus encantos, beneficios y bondades para el alma. El caso sigue.
Hoy por la tarde me metí en un café de aquellos que ofrecen conectividad a la internet ( como dice mi amiga Sarita ) y buenos granos y me puse a revisar mis correos, pinchando aquí y allá entre los montones de basura que hay en la red. Encontré que en tres días creció mi lista de amigos, para los cuales yo soy en realidad un auténtico desconocido, subí fotos, y me anoté en varias citas para encuentros casuales en páginas para adultos, subiendo relatos porno lo cual lo hace a uno muy popular, sobre todo cuando las historias de los usuarios de dichas paginas son sosas y mal escritas y peor contadas. Un verdadero muladar. Asqueado de tal cosa, me retiré del café, y circulando por el barrio llegué en mi auto a las afueras de un localucho en donde se ofrece servicio de masaje anti estress, lo que significa que si tienes suerte te atenderá una chica sexi, con bata y poca ropa, y si tienes aún más suerte, te tocará la promoción especial del mes, ya que el negocio cambió de administración, imagen y personal, y por cuatrocientos te alcanza para el habitual masaje, gratificación oral y como ellas dicen, “tu relación completa con la chica”. Ahí me recibió Daniela: es menuda, morena, pelo largo retocado y bastante quemado. En menos de un minuto y quince pasos me cuenta lo que ella considera lo más destacado de su vida, es originaria de Acapulco y madre de dos crios. Normalmente tomo una ducha caliente, me dejo dar un masaje verdadero, y les tiro de la lengua, y quien sabe, a veces resulta agradable. Me dan su número telefónico, me hago cliente frecuente y con el tiempo obtengo beneficios y descuentos adicionales. Pero esta vez, como estaba bastante aburrido, no espero absolutamente nada de nada. Me pregunta que si voy a tomar un baño y le digo que me da igual, que si nananí y que si nananá. Me dice que me trepe a la plancha y me da igual. Normalmente me hago el pudoroso, pero recuerden: estaba aburrido, y lo confieso, un tanto asqueado-de-vacuidad, así que me encuero, tiro la ropa y pasando sobre ella me meto a la ducha. Salgo y pido ser secado como un bebito. Ella lo hace, y noto que ya estoy lo que se dice como agua para chocolate, así que no me molesta cuando Daniela me pide los billetes, no es desconfianza, son reglas de la administración, además resulta ser una ganga, he tenido suerte, me explica que hoy hay promoción y esas tarugadas. La verdad es que el sitio luce abandonado y creo que aquí no caen ni las moscas. El lugar es un asco, pide a gritos mantenimiento, hay humedad y salitre en las paredes, las toallas resultan repelentes, el piso de vinil es bastante viejo y tiene parches por todas partes, la decadencia se ha instalado aquí hace meses. Yo debo resultar un buen bocado, pero finjo no darme cuenta de todo esto y pretendo estar en el paraíso. Y pienso: anda chica, ponte a sobar esta piel dispuesta! La verdad es que la paso bomba. Me da una friega, no como las largas que acostumbro darme, esto es otra cosa, se trata de sexo, mientras conversamos de cosas bobas: Yo soy ex comerciante de verduras en un mercado, ella es (hasta apenas ayer, claro) una exitosa secretaria en la industria turística de Acapulco, etc. Noto que las chichis le cuelgan de una manera que a mi me excita, y me las pega en la cara como por descuido, me dice. –huy vas a decir que ya te dejé sucios los lentes. – Oh, descuida, no te preocupes por eso! le digo a la muy perra. Se me trepa y me soba las piernas hasta las ingles. – huy que rico papito, me dice, y sigue y sigue. – ahora viene lo más mejor, me explica. Se me sube a horcajadas, saca jalea de un tubo parecido a un dentífrico, se unta los senos generosamente y comienza a hacerme la puñeta rusa de antología. -Se ve que eres experta, le digo - sabes lo que haces- oh no es nada, ahora veras, me dice. Como una maga saca el condón y me lo pone con la boca . –huy mija, tu sí que sabes de estas cosas! Le digo. Yo estoy boca arriba, entonces Daniela se suelta el pelo y al caerle sobre la cara se la cubre y pienso en ese momento que ahora que no veo su rostro, pudiera ser cualquier chica, y es el preciso instante en que se monta en mi verga y la hace desaparecer toda apretando magistralmente. Cierro los ojos: Sobre mi tengo a la-maestra-de-todas-las-putas, y entonces pienso en algunas de las chicas que he conocido, buscando una cuyo rostro se adapte a su cuerpo menudo, como jugando con esos libros con fotos en los que vas intercambiando los rasgos en los rostros de los personajes: una pirata con cuerpo de bailarina, una enfermera con cuerpo de secretaria, etc. La cosa va de maravilla, yo no pienso moverme nada, y entonces ella me dice- Te gusta de perrito? Le digo sí, pero ahorita quiero que tú te muevas. – Comprendo lo que dices, y comienza a subir y bajar mientras gime como una gata en celo, que a mí me funciona muy bien. Empiezo a escuchar una melodía en mi cabeza, una canción de rock, y entonces pienso: en dónde he visto esta carita? La enfermera? La vendedora de dulces? La chica en el cine? Entonces le digo, ahora sí, de perrito. Se da la vuelta mientras vigila en todo momento que el condón no se salga, igual que una madre que vigila a su hijo que juega en el patio, y me digo: es una verdadera profesional. Cuando veo su lindo trasero y su vientre haciendo ángulo recto con sus piernas, no puedo contener mi alegría y con mi mano izquierda ( mi favorita) encamino mi miembro a la senda de gloria, el salmón que nada contra la corriente y al poco tiempo, ante mi asombro, comienzo a moverme con verdadero entusiasmo. Es increíble, pero ya no estoy aburrido, y Daniela gime que es una ricura, así que cuando se acuesta sobre sus codos apuntando su culito hacia el cielo, no puedo dejar de notar que ella es una verdadera diosa, si ustedes gustan, de las putas, pero diosa al fin. En verdad que tiene un culito que no podré olvidar en una semana. Y ante una frase simple dicha por Daniela, no me queda más remedio que acatarla como la orden dicha por un general a su soldado raso: -échame toda tu leche papito! Y me doy una de las corridas técnicamente más perfectas de mis últimos tiempos con una desconocida.- Que tal? Me dice? Y sin pena alguna le digo- pues estuvo bien mija, normalmente me tardo más. – Y a qué se debe el honor? Me dice ella. - A que estás bien buena mija. – Vas a regresar? Me dice. _ pues ya veremos. Ella entra al baño contiguo a tomar una ducha rápida, se viste, luego entro yo, y mientras me baño vigilo mi ropa y mi billetera, con mi buen oído, tratando de escuchar sus movimientos en el cuarto. Nos despedimos y antes de salir al vestíbulo donde está la administradora me dice en la oreja: -También hago servicios a domicilio... Bien, entonces dame una tarjeta. Me la entrega, me anota un número telefónico y me despido. Es maravilloso, y me doy cuenta que para quitarse lo aburrido siempre es mejor el peor de los polvo, que el mejor de los teatros, sea inglés, francés o tapatío. (uf-uf-uf!!!)

Espacios para llorar

En respuesta a una casi carta de Liz Flores.

Por qué las casas no tienen espacios para llorar? Sabemos que hemos de dotar a la casa de espacios para la felicidad (nunca fingida) y se ha intentado ya, pero ahora tratamos del espacio del lloro, de la lágrima terrible, humilde o avasalladora. Y pedimos ese espacio para la casa y también para la ciudad que es una casa de casas como me ha dicho mi amigo Blas Roldán.
Espacios para el lloro público en las plazas y jardines de la ciudad, espacios para el lloro comunitario y orgulloso, espacios públicos para el lloro valiente, y todas las esferas y categorías públicas, semipúblicas y semi privadas para hacer el lloro ciudadano.
Y en la escala doméstica, nunca más espacios anodinos y empobrecidos para el lloro doliente. Espacios para llorar en la luz, o llenos de sombra, luz blanca y sombras negras como las que promueven en sus muros Tadao Ando o Louis I. Khan, maestros de la poesía.
Y cómo se ha de llorar? Siguiendo los preceptos de los que saben o a lo loco? Como sea, tal vez, pero escuchando alguna vez las maneras de Julio Cortázar o las de Elizabeth Flores, o de la tía propia. Habrá caminos para llorar? Sí. Pero y cómo serán? Habrá que hacerlos. Habrá pues, espacios marcados y diseñados ex profeso para el sino del lloro.
Algunos sitios contemporáneos del lloro: hacer la lista sería imposible, por grosero. No es sólo ese sitio oscuro, junto a un cajón, un sitio que sobra a un lado de una despedida, alargado en mil otras actividades que lo ensucian o contextualizan. Hablamos aquí de otra cosa, tal vez se trata del sitio puro del lloro, una geometría sin ayudas ni sostenes, y por ello, imprecisa, sin contexto. No aludir al disimulo o al fácil remedo, no un bosque con un caminito y una banquita para los novios, no. Imprecisos por impresionantes e imprescindibles: llorar es imprescindible, como una placita habitada por las cosas de Eduardo Chillida. Cada casa debía tener a Chillida dentro. Pero con qué cosas se relaciona el llorar? Con el estar dentro o con el estar fuera? Llorar es tener una cicatriz y ser conciente. Nadie puede vivir sin salir lastimado tarde o temprano, llorar es una actividad importante de la vida. Y cada casa y cada ciudad ha de tener su cicatriz, yo tengo algunas pocas que me dan cierto orgullo...

Me llamo Yolcos. Ese no es mi verdadero nombre

Capitulo uno.
En donde inicio haciendo un plagio a una novela del escritor Paul Auster.
Me llamo Yolcos. O me dicen Yolcos.
Yolcos no es mi verdadero nombre.
Capitulo dos.
Qué día es hoy?
Sepa. Y no es importante, quizás por que todo ocurre al menos una vez en la mente. Dicen que los acontecimientos más importantes en el mundo, ocurren en la mente. Eso dicen.
Qué diferencia tiene el recuerdo de algo soñado con el recuerdo de algo que realmente sucedió? Sepa.
Sucede que hoy me levanto, a deshoras, claro, y estoy en calzones. En mi cama. Con la puerta abierta. En mi cuarto… ( mi cuarto es un gran desmadre que tiene nido dentro de otro gran desmadre mayor), pero en chones? Y con la puerta abierta? Así me despierto y no sé si estoy entrando o saliendo de mi peor pesadilla.
O sea: abro los pinches ojos y no entiendo que qué chingados.
Por lo visto la noche ha sido un conjunto verdaderamente nefasto de signos, de augurios: el mal voló hasta mi cuarto, me persigue:
Capitulo tres.
Primer signo: Mi cuerpo.
Bajando por el pecho desde la altura de las tetillas ( maldición, rodeadas de pelos canosos) hasta media pata, estoy embadurnado por algo-asqueroso-oscuro, ( mierda?, sangre?) No, no hiede. Me toco. Sangre? Ese olor lo recuerdo: Tengo 10 años, despierto tras una hemorragia nasal horripilante y mis cachetes y la almohada son una misma costra caliente que me ha dejado para siempre pegada en el alma ese lindo olor a moronga. Pues, no. Lo de hoy sangre no es, y aún así me toco alarmado, buscando una herida y me llevo ambos índices a mi abdomen, a mi costado derecho, siguiendo el curso de una cicatriz no muy vieja (estallamiento del apéndice) que gané en un quirófano ( eso sí, de quinto nivel) del seguro social, cicatriz discreta, solían hacerlas mayores, que siempre me arde en tiempos de calor pero que siempre me arde en los de frío, pero no encuentro labios abiertos de herida recientes, entonces qué chingados me digo y pienso que qué tengo pegado a la piel, que qué jijos fue lo que pasó. Fui a un duelo? Ataque de insectos? En mi cuarto suele haber hormigas, las cabronzotas de cuerpo blindado que no se mueren con un pisotón. En fin, este es el primer signo, y sin duda que es muy malo.
Me pongo mis lentes, pues ya bordeo el pánico real, me cae que esta mierda pegada a la piel ha de ser sangre, o miel o cajeta? Puta madre, que horror! La cama y el colchón qué asco! Qué oso, que asco!
En el piso está un plato hondo de plástico, y junto a él, una cuchara metálica, cosas que como guey levanto y llevo a mis ojos. Ahora veo que están llenos de la misma mierda. Y no hay hormigas, qué raro. Un recuerdo me ilumina!
Y es que antes de jetearme en la cama, claro, debo de haber ido a la cocina, a punto pedo, hasta el refri y salir de ahí llevando ese plato hondo, luego en la escalera encuerarme y por fin meterme en la cama hasta quedarme dormido, que rico sueño, con mis 5 bolas de nieve de chocolate, en mi plato sobre el pecho. Pinche mounstruo de chocolate, no creo extrañarte!
Segundo signo nefasto: Un jodido teléfono celular.
Mi viejo nokia está desmantelado al pie de mi cama, frente al ventilador encendido.
Capitulo cuatro:
Tercer signo nefasto: Dedo gordo del pie derecho: la uña azul.
No fue el chocolate seco en mi cuerpo con su textura de cicatriz de quemado lo que me ha despertado, ni el nokia blanco al pie de mi cama. No. Lo que en primer lugar me ha despertado es la sensación de un clavo que te destroza entra entre la uña y la carne del dedo gordito del pie! Uy, la virgen! Pinche noche ignominiosa que me has robado la uña del dedo gordo! Dónde? Cómo? Cúando?
Noche violenta, malvada! El reino del caos reptando en mis espaldas! Rezo, me persigno, escupo tres veces al piso, ensamblo mi nokia, pieza a pieza, teclado impermeable de plástico color blanco, batería de litio, tapa de batería de litio, y el puto chip? No está
Maldita sea! Quinto, sexto o séptimo signo! El mal nacido del valle del silicón! El puto chip!
Rezo, me persigno, maldigo y escupo siete veces!
Entonces recuerdo: estoy en el retrete, me miro al espejo, abro la tapa del inodoro ( por qué diablos les dicen así?) buscando provocarme vómito, suena un mensaje en el nokia, estoy muy pedo, se cae a la taza, veo en cámara lenta las gotas del agua que desplaza, en cámara rápida lo rescato con la izquierda ( pudor de hombre diestro, claro) abro el grifo de la caliente, le vacío de a putazo el frasco de jabón liquido, shampoo y otras pendejadas que encuentro por ahí. Lo seco, ( primer guácala ) con papel higiénico, hago una pausa y me vomito ( segundo guácala )
Tomo aire, y mientras pienso en las revelaciones de San Juan, me echo agua a la cara, estoy un poco histérico.
Por fin me animo y pieza a pieza desarmo mi nokia para secarlo bien frente al ventilador. Al ver su cuerpecito desarticulado, pienso en la fragilidad del mundo: Teclado impermeable de plástico color blanco, tapa de batería, batería de litio, chip de la artera compañía de telefonía celular, el mal nacido del valle del silicón.
Noche nefasta, habrá que borrarte de los momentos felices de mi vida! Tan pedo llegue?
Y el chip?
Antes de jetearme de nuevo decido, movido por poderoso e irracional impulso, poner de cabeza todo mi cuarto, para darme cuenta después de 15 minutos, que el chip no está por ningún lado, me resigno al oscuro designo de las fuerzas del caos, y me meto a la regadera para quitarme los pellejos, restos y costras de chocolate. Salgo escurriendo hasta sentarme a mi cama. De nuevo, mientras me seco los sobacos con una toalla ( último rastro de civilización en mi pocilga de cuarto) dispuesto a olvidarlo para siempre, lo repito
Y el chip?
Y al restregarme las espaldas se me despega de la piel y cae el maldito frente a mi, como burlándose.
Lo observo bien. Le doy la vuelta. Fuera de que está lleno de chocolate, está intacto. Increíble. No se fue al caño bajo la regadera. Como no sé si eso es bueno o es malo, le limpio el chocolate y lo meto en su sitio. Increíble que funcione.
Intento pegar los ojos.
El sonido de las aspas de mi ventilador cyclone se me figura el ruido de un enorme insecto.
Duermo.
Me llamo Yolcos.
Yolcos no es mi verdadero nombre.

Poema del cuerpo y las ciudades

Para Montserrat Fernández
La sangre me sabe a terrones de ciudad
savia silenciosa de las piedras
que encuentro adentro de mis huesos
palabras que hacen el registro de tus ladrillos
casas de barro para tu cuerpo de sol.
De una orilla a otra
entre los cantos y el ruido
entre el amor y el horror
tú eres
vértigo-del-mundo
pero te nombro
marca-de-agua-en-el-espejo-de-una-fuente
y cuando toco esa punta en un beso
soy ciudad del temblor
recinto de los ataques
maldición que me carcome.
Mi sangre es el escombral de las casas
huesos, cascotes, colinas de trébol
marcadas por la memoria.
Mi carne
casa de casas
Tell mineral bajo la noche
rítmico como templo de Karnak.
Mi cuerpo tizón enterrado,
espacio detrás de mis ojos.
Si fueras ciudad serías Roma,
Tokio y los Ángeles California.
Tengo jardines bermejos y murallas.
Mis labios
polvo de estrellas.
Mojo mi vino en el tuyo.
Un ángel toma nieve
de tu corazón ebrio.
Corazón erguido y tenso
cuerda aguda de guitarra
ciudad tomada por asalto
sellos, puertas, aldabas rotas.
Tu corazón me arde
basta nave frente al desierto.
Palabras que engordan mis huesos
taludes y murallas que ponen en fuga mi centro
alrededor de tu nombre
incendio de piel
contra la piel.
Jorge Octavio Ocaranza / 13 junio 2007

CORTEZA SUAVE DE VERANO

CORTEZA SUAVE DE VERANO

Sobre montes de trébol
el viento lame mi carne
sales de coral y de la noche
Este es mi canto
cuerpo verde de agua
Mis labios preguntan por un bosque
en un sueño
mis dedos rozan la humedad
de tus hombros
tu risa explota
desde tu pecho
medio río y medio noche
cielo quieto de Samarcanda
Te escucho llegar
en cada puerta y ventana
salta mi sangre
mi corazón se quema en la urna de los conjuros
puerto de mar
tu piel mojada en mis labios
cómo será?
Te llamas Venecia como el bronce de tus caballos
sacudes al despertar la sabana en la que duermes
y con sencillez la atas como falda
Olvidas que mi boca duerme en tus manos?
En un sueño
entras a mi cuerpo
tus labios levantan a mi sangre
Llanura no eres
ni costa Aquea
sino suspiro bajo la lluvia
tierra de mar que nos abraza
Cuando el sueño mueve mi respirar
silvestre y geométrica me tomas
senos y vértigo de Troya
Naces
para mostrar tus pies desnudos
y me dices viento del olivar
urna de las tebanas
Mira mis ojos
yo soy la colina de trébol
y tu el árbol de los incendios
Olvidas la noche cayendo por tus hombros?
El tiempo nos pone en fuga
En Altamira eres la cierva
de muslos mesopotámicos
Toco la antigüedad de los volcanes
mis dedos fundan imperios en tu carne
tus pechos son la corriente del viento que aguarda
corteza suave
de verano

Migración?

A manera de explicación, amigos:

Como las ciudades romanas que fueron abandonadas al caer el imperio, y se poblaron más tarde por nuevos habitantes, así le ha pasado a este viejo blogg mío del 2000 y tantos, que ahora recupero. Y hago la migración de algunos textos desde otro sitio homónimo al primero abandonado y hoy recuperado: la cueva eléctrica de yolcos.
La migración de textos la hago en orden inverso al temporal en que fueron hechos. Primero los nuevos al final los viejos.
A partir de ahora usaré esta vieja concha de cangrejo ermitaño.

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